Betty la Abejorra El tiempo corre y el corazón de Elda también. Elda estaba sentada en la terraza trasera de su casa sentada en una silla mecedora de madera vieja, que chirriaba cada vez que se mecía una y otra vez, una y otra vez. Los rayos del sol se asentaban a través de las ramas despeinadas de los árboles en el bosque donde muchos animales anidan y disfrutan. Ella sabía que estaba cerca. Lo sabía. Había tenido varios sueños acerca de ello y todo su cuerpo lo podía percibir. Un cambio. Un cambio enorme. Cómo se iría a dar todavía estaba en cuestionamiento. Aún así, era certero de que iba a suceder. Empezó a quedarse dormida mientras la mecedora la acurrucaba con su chirrida canción, ayudándola a caer en un profundo sueño. De repente el viento sopló fuertemente, empujando con fuerza la puerta de la terraza, soplando la cara de Edna, despertándola, despeinando su pelo rubio, largo y sedoso. Se estiró y levantó su delicado cue...