Betty la Abejorra
El tiempo corre y el corazón de Elda también. Elda estaba sentada en la terraza trasera de su casa sentada en una silla mecedora de madera vieja, que chirriaba cada vez que se mecía una y otra vez, una y otra vez. Los rayos del sol se asentaban a través de las ramas despeinadas de los árboles en el bosque donde muchos animales anidan y disfrutan.
Ella sabía que estaba cerca. Lo sabía. Había tenido varios sueños acerca de ello y todo su cuerpo lo podía percibir. Un cambio. Un cambio enorme. Cómo se iría a dar todavía estaba en cuestionamiento. Aún así, era certero de que iba a suceder. Empezó a quedarse dormida mientras la mecedora la acurrucaba con su chirrida canción, ayudándola a caer en un profundo sueño.
De repente el viento sopló fuertemente, empujando con fuerza la puerta de la terraza, soplando la cara de Edna, despertándola, despeinando su pelo rubio, largo y sedoso. Se estiró y levantó su delicado cuerpo y caminó hacia la puerta, donde algunos días previamente había conocido a Betty la abejorra. Betty la linda abejorra.
Betty le trajo mucha alegría en un momento donde una tormenta fuerte había golpeado a su alma, haciéndole ver, que: "todo iba a estar bien." También que "nuevas aventuras prósperas y de adveniencias positivas estaban por presentarse próximamente en su vida." Excepto una. Ella sabía. que esa 'una' tendría que darse, lo cual ella esperaba que: "Todavía, no." Ella no estaba lista. Aún así, cómo está alguien listo para algo así. Es el ciclo de la vida y el ciclo de la vida tarde o temprano debe de darse.
Cuando recibió la noticia inicialmente, entró en la locura, "por qué no escuchan a la naturaleza?" pensó. Muchas personas se encuentran atrapadas en lo que "Otros" dicen, los pensamientos y opiniones de "Otros". En lugar de seguir lo propio y seguir su guía interior. Ella misma había caído en en el mismo anzuelo muchas veces, escuchando más lo que "Otros" dijeran en lugar de seguir su voz interior y los mensajes que la naturaleza sostiene. Los susurros de la naturaleza.
Elda a veces le compartía a sus amistades y familiares lo atesorado que eran sus encuentros con la naturaleza. Algo que muchas veces no era bien visto. En ese momento era Betty la abejorra, quien venía a ella todos los días a saludarla y contactarse con ella, pero, Edna no lograba descifrar lo que le estaba tratando de señalar. Decidió esperar.
Esa tarde cuando el viento la había despeinado previamente, invitándola a salir afuera, ahí estaba Betty con sus alas motorizadas volando felizmente alrededor de las orillas de la solida madera situada alrededor a la terraza trasera. Luego en algún momento volaba alrededor de Elda formando esferas y círculos para darle un caluroso: "Hola!" Elda se preguntaba si alguno de sus ancestros o alguien que había trascendido estaba mandando una señal o un saludo, ya que suelen hacerlo a través de la naturaleza, a través de mariposas, pájaros, mariquitas u otras maneras.
Sonreía en medio de torrentes de dolor que había sufrido días atrás al encontrarse en el proceso de comprender la vida y sus muchos sucederes. Muchas veces no los comprendía y solo se ve movía a través de ellos. Cómo puede ser que en un mundo tan maravilloso, con fondos telares de la naturaleza en su derredor, podría traer pequeños infortunios, o así pareciera. Decidió unirse con Betty en su danza, abrazándola diciéndole cuanto la amaba, a Betty parecía gustarle mucho y estuvo alrededor de ella por bastante tiempo, lo que pareciera horas, algo muy inusual para un animal de ese tipo. Elda observaba su vuelo, sus pequeñas alitas cargando un cuerpo amarillento y negro tan más pesado. Cómo aleteaba, rondándola, iba y venía como y cuando quisiese, sin agenda en mano, lanzándose a disfrutar la Primavera.
Elda se preguntaba cómo Betty la veía o sentía. Sólo podía percibir que quería comunicarse con ella esperando que captara los mensajes que le deseaba transmitir. Un rompecabezas aún para Elda a resolver. En el interim le estaba trayendo mucha alegría y le hacía sentir que nuevos acontecimientos estaban por darse en su vida, y que sus sueños pronto se harían realidad en el tiempo y el orden de la gracia Divina.
Un soporte que Elda necesitaba recibir. El amor y la 'conexión', el contacto y la comunicación que sucede en un mundo 'no verbal' 'sin palabras' se siente como un beso suave, un saludo de bondad y gentileza, que muchos están todavía por comprender.
Mientras las dos recibían la luz de los rayos del sol y danzaban al zumbido de las alitas de la abejorra... vino un suspiro... un recordatorio...
que, el tiempo corre y el corazón de Elda también...
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